lunes, 29 de enero de 2018

Entre “cuates”

Entre "Cuates"
Por Ariel Vianey Manilla Ramìrez

Dicen que las “prácticas profesionales” constituyen un ejercicio guiado y supervisado donde se ponen en juego los conocimientos adquiridos durante el proceso formativo del estudiante. Permiten concretizar teorías aplicándolas a situaciones y a problemáticas reales, de tal manera que los estudiantes buscan en qué área sentirse cómodos con los conocimientos que ya han obtenido. Yo tendría algo que apelar al respecto ya que éste no fue mi caso en el reconocido “Papalote Museo del Niño.” 
Las Ciencias de la comunicación me han brindado pasión y alegría por lo que hago en lo que a medios masivos respecta, pero la empresa me brindo un desarrollo profesional que –si se me permite mencionar- pocos buscan y no se le ha dado la importancia adecuada en las instituciones encargadas de impartir esta doctrina. 
Las habilidades que había desarrollado en la carrera me acercaron demasiado a la investigación y a los productos comunicativos, por ese motivo comencé a descuidar otras beneficiosas cualidades de ésta, entre ellas la comunicación interpersonal; es por esta razón que me vi en la necesidad de buscar esa madurez profesional en otro recinto y la conseguí en el programa de Cuates, guías educativos.
El reto al que me enfrente fue complicado –para mí- , comenzar a ser tolerante ante circunstancias que no están bajo mi control y mantener la calma con personas complicadas, ha sido lo más difícil que he hecho en estos 3 años y no me arrepiento, es una de las más gratificantes y satisfactorias experiencias que he tenido.
Estoy a 357 horas de haber pisado por primera vez, como “cuate”, el museo, me levantó a las 5:30 de la mañana, en el espejo tengo las ojeras 2 milímetros más grandes y 2 tonos más obscuros que el día anterior, pero con gusto estoy en camino media hora después para llegar a mi destino a las 8:30 am, a más tardar, porque en un trabajo como éste la puntualidad hace trueque por el oro. 
Es una mañana normal de trato continuo con las personas, sin poder sentarme aunque sea 5 segundos, cada 2 minutos llega un auto distinto, un camión diferente con más visitantes que se molestan cuando ven que ya hay una larga fila en la entrada y dispuestos a ver únicamente el lado negativo del museo.
Media hora después de la apertura, aparece un brazalete naranja en el brazo derecho de los jefes de piso, hay demasiada gente en el museo, ya no puedes dejar vacío tu lugar ni un segundo o no se irán contentos, es que un cliente se quejó sobre el servicio que se ofrece porque la exhibición estaba sola, sólo porque mamá llamó preocupada porque no dijimos que ya habíamos llegado, no podemos explicarle que había tráfico y sólo dio tiempo de ponernos el uniforme, atarnos el cabello y dibujarnos un gran sonrisa en la cara que diga “¡VAMOS A JUGAR!”
Es tanto el desarrollo humano que expone la empresa que me inculcaron el trato a las personas, la paciencia y la empatía sobre lo que siente y piensa, agradezco tanto ese aprendizaje que no importa que tan cansada me sienta, me levanto, aplaudo y grito “1, 2, 3… cuates”
Salgo a la 1:30 pm de una gran y cansada mañana de juego y enseñanzas, mis jefes me preguntan “¿te veré mañana?” y yo con una sonrisa sincera en la cara respondo “sin falta.” Llego a mi casa hasta las 4:00 de la tarde y lo único que pienso es que nunca había esperado tan ansiosa por que de nuevo sean las 5:30 am.
Todo esto sin contar la unidad de todos los colaboradores, que es una de las fuerzas principales, cada mañana llego emocionada, saludo con alegría a mis capacitadores, jefes y a todos mis “cuates”, porque no importa que tan diferentes sean nuestras carreras o personalidades, compartimos por más de 5 horas algo más grande que todas nuestras diferencias, el entusiasmo que es trabajar en un lugar como éste.
Al entrar cada “cuate” tiene una idea diferente sobre lo que significa trabajar aquí, pero cuando ya se acabo el tiempo y tienen que volver a casa sabiendo que el siguiente lunes ya no se presentarán, todos se resume a lo mismo, trabajo en equipo,  integración, diversión y amigos.
Nunca me imagine que fuera tan divertido salir de mi zona de confort y aunque fue un proceso largo para quedarme, no cambiaría ningún día esta experiencia, la experiencia que –sin miedo a equivocarme- sólo un lugar así brinda y únicamente las personas que conformamos ese organigrama te lo podrían explicar.

Las prácticas profesionales no se hicieron para fortalecer conocimientos ya adquiridos, ni para demostrar cuánto se sabe sobre aquel tema que ya se domina, sino para darse cuenta de las fallas como persona, de las áreas de oportunidad, de todo aquello que nunca se menciona en la escuela que es importante para sobrevivir, están hechas para aventarse al vacío y descubrir nuevas estrategias con el fin de crecer profesionalmente, reflexionar sobre las cosas que faltan reforzar, saber hacer equipo con personas que nadie imagina y aprender a dar resultados en situaciones críticas, sin duda, Papalote, me ha dado eso y más.

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